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La importancia de la lógica


La lógica es la disciplina que estudia el razonamiento. El antiguo filósofo Aristóteles fue quien primero trató con ella. La palabra lógica proviene del vocablo griego 'logos', que significa 'razón' o 'pensamiento'.

Aristóteles definió al ser humano como un animal racional. Si nos guiamos por esta definición, llegamos a la conclusión de que la lógica es imprescindible para que el ser humano pueda vivir de acuerdo a su naturaleza.

Los componentes principales de todo proceso lógico son tres: las premisas, el razonamiento, también conocido como argumento lógico, y la conclusión. La lógica nos garantiza que, si utilizamos premisas verdaderas, mediante un razonamiento válido podemos llegar a conclusiones verdaderas.

Es imposible exagerar la importancia de sostener premisas verdaderas. De eso depende la validez de todas las conclusiones a las que un humano pueda llegar mediante razonamiento. Deberíamos tener esto en cuenta antes de decidir si vamos a creer o no en la existencia de un Dios: la elección incorrecta nos haría vivir cometiendo errores, por más que razonemos correctamente.

Un elemento importante de la lógica es el Silogismo. Se trata de un tipo especial de razonamiento en el que se infiere una conclusión a partir de dos premisas. Tanto las conclusiones como las premisas son tipos de proposiciones. Este concepto nos es útil para introducir un ejemplo simple de la aplicación de la lógica:

Premisa mayor: Todos los humanos son mortales.
Premisa menor: Sócrates es humano.
Conclusión: Sócrates es mortal.

Este es un ejemplo simple, y hasta puede parecer evidente para algunos, pero sería un grave error subestimar a la lógica: aseguro que al observar la lista completa de todos los silogismos correctos posibles muchos de ellos no son para nada evidentes, y sin embargo son totalmente válidos.

Sin un conocimiento riguroso de la lógica las personas pueden tener problemas para razonar. Esto no significa que estemos inhabilitados para razonar hasta que aprendamos lógica; significa que aprendiendo lógica podemos razonar más efectivamente, algo esencial para nuestra supervivencia como humanos.

Hay algunos filósofos que se niegan a razonar porque no simpatizan con la rama aristotélica de la filosofía (triste pero real). Incluso hay corrientes filosóficas enteras que niegan el razonamiento ya que niegan la existencia de la mente humana (ejemplo: el Materialismo, base del Comunismo y del Socialismo). Las consecuencias de tomar esta actitud son funestas para la vida del hombre: la Cuba comunista y la URSS son sólo dos ejemplos en los cuales los hombres vivieron como hormigas del totalitarismo como consecuencia de negar la existencia de la razón. Lamentablemente estas filosofías antirracionalistas, y en consecuencia antihumanas, todavía presentan cierta influencia en casi todos los países del mundo. En el caso de Cuba sigue vigente como forma de Gobierno.

También hay otra corriente filosófica, llamada Lógico-Positivismo, que niega la existencia de las verdades, afirmando que no existen las verdades absolutas. Una persona que no cree en la existencia de verdades absolutas está incapacitada para razonar, ya que las premisas necesitan ser verdades para que, mediante razonamiento, la conclusión sea verdad. Además, esta filosofía está violando un principio de la lógica, el de no contradicción: se afirma que es una verdad absoluta que no existen las verdades absolutas.

A pesar de estas tragedias filosóficas que todavía nos afectan, el futuro es prometedor. Si uno analiza la historia, la razón siempre terminó ganando. El redescubrimiento de unos pocos textos de Aristóteles bastó para romper con cientos de años de misticismo y ocultismo en los que la humanidad estuvo sumergida durante la Edad Media, triste situación de la que la que podría no haber logrado escapar.

La clave del éxito de la razón es que está sostenida en la realidad misma. Citando a Ayn Rand, gran pensadora aristotélica de nuestra época: "podemos evadir la realidad, pero no podemos evadir las consecuencias de evadir la realidad". Podemos elegir no razonar, pero no podemos evitar las consecuencias de esa elección.